El mes pasado despedíamos el post de Mi Juego Del Mes con un «¡Nos vemos el mes que viene!» y como lo prometido es deuda… ¡aquí estamos de nuevo!

Este mes de marzo teníamos unos candidatos interesantes:

• Adrenalina: juego que, pese a ser absolutamente competitivo -de hecho, es de matarnos unos a otros… muchas veces- me ha parecido divertidísimo y rápido, emocionante, gracioso… vamos, que tiene bien puesto el nombre.
• North American Railways: no hay excesivos juegos que traten el tema de la compra de acciones, la negociación con las mismas y el reparto de beneficios en una compañía. Y este, además de tratarlo, lo hace más que bien.
• Dragon Castle: por bonito, por estudiado, por sesudo, por variado… no podía no ser uno de los candidatos a juego del mes en Marzo.
• Peak Oil: superada su primera partida de «calentamiento», nos encontramos con un gran juego de gestión de compras, explotaciones petrolíferas y mucha especulación. Muy recomendado.

Pero de entre todos los candidatos, uno brillaba más que los demás, abarcando muchísimos aspectos y dando bastante libertad a jugar siguiendo la estrategia que más nos interese… ¿en qué juego, acaso, puedes presentarte a Papa, a Rey, casarte con otro jugador y después forjar alianzas de traición? ¿en qué juego puedes hacer crecer tus dominios, explotar las zonas, expandirte por el terreno y conseguir amasar una fortuna? ¿es qué juego debes pedir a los demás que te voten, aunque luego no les beneficies como les habías prometido?

Marzo tiene un nombre propio: Fief, Francia 1429.

Mucho ojo antes de nada. Estamos ante un juego que requerirá bastantes recursos para que lo disfrutemos a lo grande:

Primero, unos cuantos amigos -que seguirán siéndolo al final de la partida, recordad que lo que pasa en el juego, se queda en el juego- ya que aunque la caja nos indica que el juego admite entre 3 y 6 jugadores, es precisamente en el último rango del arco (5 o 6) donde más podemos disfrutarlo y profundizar.

Segundo, un rato largo. Fief es un juego de tablero de gestión de recursos, aunque principalmente el recurso que más gestionaremos es el dinero, y tendremos que sopesar muy bien cada uno de nuestros pasos para poder llevar a cabo nuestra estrategia. Eso implica tiempo. Así que entre 2 y 4 horitas serán necesarias para poder meternos de lleno en la Francia medieval.

Y tercero, una mesa grande. Es cierto que su tablero no es particularmente enorme, y que tiene sitio para las cartas y las fichas que necesitaremos durante la partida. Pero también es verdad que los jugadores tendrán sus tablillas de casa y necesitarán sitio para todos sus recursos, sus nobles, sus tropas, etc.

Con todo esto preparado, sí que podemos entrar en el mundo de Fief y sentirnos como los nobles de hace más de medio siglo.

En un turno muy segmentado en pasos, tendremos que votar según nuestro poder de feudos al nuevo Papa, al nuevo Rey y a los obispos que se presenten. Tendremos que hacer frente a las inclemencias del destino, representadas en unas cartas de dorso negro, y a las de otras familias -otros jugadores- que querrán expandir sus territorios a costa de los nuestros. Tendremos piques, tendremos traiciones, tendremos combates y tendremos asedios. Pero también tendremos paz y cobro de impuestos. El combate se resuelve de manera elegante con tiradas de dados y fuerza de unidades. Nada complejo.

Cada jugador representará una familia que admite varios nobles, que pueden escoger el camino de la fe o de la nobleza. Podrán casarse, forjando alianzas, podrán comandar tropas y podrán morir… como la vida misma.

Aunque Fief tiene buenos materiales no son excesivamente vistosos. Pero podemos conseguir sustituir las monedas de cartón por unas metálicas estupendas. Además, tendremos posibilidad de utilizar edificios más realistas y hasta expandir aún más las opciones del juego y hacerlo muchísimo más profundo. Ya sólo faltaría tener unos soldaditos a pie y a caballo para vestir la mesa de una manera espectacular.

 

Para un Marzo de gestión, negociación y algo de combate, nuestro juego del mes es Fief, Francia 1429.

¡Nos vemos en 30 días!