La mecánica es divertida y es profunda, y eso es lo que convierte a Los Aprendices en un gran juego (sí, que se note que estamos orgullosos). Pero el arte hace que entre por los ojos. Como ya contamos, la alquimia, como ambientación, nos servía también a la hora de buscarle un diseño atractivo.
Así que nos pusimos a ello. Alberto buscó referencias que le gustaran para empezar a trabajar mientras yo buscaba un ilustrador que nos echara una mano.

Una cosa que he aprendido para el futuro es que cuando pasas un briefing tienes que ser todo lo detallado posible, tanto la cantidad de elementos como el concepto, el estilo. Primero, para que los presupuestos sean realistas. Segundo, para que la persona que va a trabajar contigo sepa exactamente lo que quieres y cómo lo quieres.
Quizás cuando el proyecto se puede hacer con calma, se puede involucrar más al ilustrador, pedirle que haga sugerencias, que busque soluciones. Pero nosotros íbamos contrarreloj y aunque sabíamos qué elementos necesitábamos, no teníamos claro el estilo.
Alberto se debatía entre algo icónico, sencillo y limpio (ponía el Ubongo como ejemplo) con un toque más épico, de fantasía tradicional, para la portada.
Yo, igual que con la ambientación, quería algo redondo, que las ilustraciones y los símbolos estuvieran relacionados entre sí con sentido, casi contando una historia. Y me decantaba más por la ilustración que por los iconos.
A pesar de todas nuestras dudas, y a pesar de la ajustadísima fecha de entrega, Carlos Cara se subió al carro con muchas ganas.
Cosas que sí sabíamos: los colores y los símbolos para los dados (cuervo, poción, gema, pergamino); el tablero de puntos (una escalera de caracol, la espiral de Fibonacci), el estilo de la portada…
Lo qué no teníamos claro: los tableros. Alberto tenía una idea basada en el símbolo de la piedra filosofal, algo abstracto. A mí me gustaba mucho la idea de que fueran las estancias del plano de Stjenborg en la que los aprendices estudian. Ambas ideas eran demasiado complejas.
No he contado cuántos bocetos de los tableros preparó Carlos pero fueron muchos. Nos tropezábamos cada vez con un problema distinto: no nos convencía el estilo, los símbolos de los tableros no se veían bien… Fue la madre de todas las batallas y casi acabamos sacando los guantes de boxeo que guardamos para estas ocasiones.
Una de las cosas que quería Alberto era que los tableros tuvieran cierta textura y yo no entendí muy bien a qué se refería. Pero poco a poco nos íbamos poniendo de acuerdo. Por ejemplo, descartamos los símbolos realistas porque, aunque eran muy bonitos, desentonaban y se confundían con los fondos de las ilustraciones.
Los demás elementos los fuimos cerrando más o menos rápido. Carlos dio con la portada en el primer boceto, que nos encantó (mucho más cuando por fin estuvo terminada). Hicimos algún cambio para que el castillo no fuera tan medieval y al personaje que avanza hacia él lo cambiamos por una chica (como la protagonista del relato de las instrucciones).
Con el tablero de puntos de conocimiento dimos casi enseguida (aunque siempre hay ajustes). Yo tenía miedo de que los 42 puntos (42 escalones) no cupieran en la tarjeta. Al final lo arreglamos aumentando de tamaño el tablero y así de paso se disfruta mucho más la preciosa ilustración de Carlos.
En un momento dado decidimos que era buena idea incluir las cartas para que sirvieran de recordatorio y añadieran algo de interacción entre jugadores. Carlos estuvo tan rápido como siempre y nos mandó varios bocetos. Poco a poco, Los Aprendices iba cogiendo forma.
Para el reglamento, Carlos recurrió a la ayuda de Rafael Moreno para la maqueta y preparó unas ilustraciones para acompañar los textos. Nos gustó mucho desde el principio (pero, una vez más, siempre hay cambios y ajustes que hacer).
Además, Carlos había preparado unos dibujos sencillos de una aprendiz y un maestro para los símbolos de edad de la caja que nos vinieron muy bien para distinguir los tableros por dificultades, la aprendiz para el Camino del Aprendiz y el maestro para el Camino del Iniciado.
Pero los tableros… Ay, los tableros. Al final, con todo lo demás prácticamente cerrado, recurrimos a la gente que teníamos cerca para que nos diera su opinión (¡gracias Sheila!, ¡gracias Nuria!). Y su opinión era unánime: todo era muy bonito pero los tableros no convencían, no encajaban con el resto de los elementos del juego.
Eso significaba empezar de nuevo con los tableros, el núcleo duro del juego. Y hacerlo todo en tiempo récord porque teníamos que mandarlo a imprenta pocos días después para hacer una prueba de impresión. Queríamos haberlo tenido a principios de julio y ya estábamos a mediados.
Pero, curiosamente, quizás por la presión, todo fue muy rápido. Carlos nos mandó dos bocetos que nos gustaron, sólo tuvimos que decidir cuál de los dos. Seguimos adelante con el que habéis visto ya terminado: un libro sobre una mesa con los símbolos dibujados en las hojas en blanco. Más limpio, sin tanto ruido, con esa textura que pedía Alberto, una mezcla de los iconos que él quería con la ilustración que me gustaba a mí…
Pero el de los tableros no iba a ser el único cambio de última hora. La trasera de las cartas tampoco encajaba del todo. El diseño original tenía el castillo de la portada pero simplificado y al final nos decidimos, bien aconsejados, por poner el nombre del juego.
Otra cosa que hemos aprendido: cuando creas que el juego ya está terminado, vuelve a mirar. Siempre hay algo que mejorar, siempre hay algo que se te ha escapado. Siempre lo habrá, incluso cuando hayas apretado el botón de imprimir. Es uno de los gajes de este oficio. Hubo cambios hasta el último momento.
Por ejemplo, las letras de la trasera de la caja y los puntos de la escalera no acababan de leerse bien una vez impresos. A esas alturas, Carlos estaba ya inmerso en otros proyectos pero pudimos darle una vuelta gracias a la ayuda de Darío y Pablo.
Desarrollar Los Aprendices ha sido una lección. Hasta ahora, habíamos editado juegos traducidos pero hacerlo desde cero es infinitamente más complejo. La fecha de entrega era el 30 de junio. Lo entregamos el 30 de agosto. Hemos aprendido mucho y también somos conscientes de que nos queda mucho por aprender. Pero nos lo hemos pasado muy bien, y eso es lo que importa, ¿no?
¡Al final ha quedado preciosísimo! Es increíble todo el trabajo que hay detrás de Los Aprendices… ¡Muero por jugar con la versión definitiva! 😀
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Que bonito!. Estare atento. Me habeis dejado frito por probarlo!
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